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Un banquete musical con Finneas
El productor y artista estadounidense Finneas se sintió como en casa la noche del miércoles en Store Vega. Su espectáculo tuvo elementos de una jam session cuidadosamente elaborada, y se sintió como un banquete musical entre amigos: íntimo pero grandioso, con un talismán humano simpático y su banda sobre el escenario.
La capacidad de Finneas para dominar el escenario con solo una guitarra, un piano y su inconfundible voz destacó la sinceridad natural que lo convierte en un intérprete tan potente. Mientras muchos espectáculos pop contemporáneos dependen fuertemente de efectos visuales elaborados, su puesta en escena fue básica y minimalista. Prácticamente se sentía como estar en un acogedor estudio subterráneo, con la atención plenamente centrada en la música.
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Las voces de Finneas fueron impresionantes: jamás desafinó, manteniéndose en completo control tanto de los graves hablados, casi susurrados junto a una fogata, como de las notas más altas. Sus fans, congregados como en una ceremonia, cantaron con entusiasmo, sus voces fusionándose suavemente con la de Finneas.

Es evidente que Finneas ama estar sobre el escenario y tiene una conexión genuina con su público. Con frecuencia se detiene entre canciones para compartir historias personales: anécdotas improvisadas, bromas cálidas y ligeramente cifradas sobre los miembros de su banda, una pausa repentina, una sonrisa y una frase dirigida a una persona del público. Esta interacción nunca parece ensayada, y tiene un encanto profundamente desarmante.
Momentos despojados como “Angel” recordaron a los fans sus raíces de cantautor. La sala cayó en un silencio casi reverente, el público se mecía suavemente, completamente inmerso en cada letra, alzando las linternas de sus móviles como pequeñas velas. Una de las actuaciones más conmovedoras llegó con “Family Feud”, destacando por una emotiva dedicatoria a su hermana. No se sintió como un espectáculo, sino como un momento tierno y compartido. Hay un innegable eco beatlemano en esta canción – y lejos de ser una vergüenza, es un gesto, pues todos los artistas tienen fuentes de inspiración. Por más creativos y únicos que sean.
Potencial ceremonial
“The Kids Are All Dying” es una hermosa y dramática pieza narrativa surgida de la pandemia de COVID – y fue interpretada magistralmente en Vega. Funky, insistente, ajustada y con gran autoridad rítmica. Finneas cerró su repertorio con “For Cryin’ Out Loud!”, la canción que da título a su último álbum, resumiendo con elegancia la profundidad emocional y el virtuosismo de la velada.

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Esta noche, Finneas demostró claramente que es mucho más que un productor ingenioso, coautor o el hermano de Billie Eilish.
Su presentación fluyó con precisión, combinando energía eléctrica e intimidad delicada. Hablando de su hermana, ella ofreció dos shows consecutivos en Royal Arena en Copenhague justo antes del concierto de Finneas en Vega. Así, sus giras europeas se cruzaron en este punto del tiempo en la capital danesa.
Hubiera sido un auténtico manjar –casi una experiencia ceremonial– que ella le hubiese rendido homenaje con una visita al escenario de Vega para interpretar un par de canciones junto a su hermano. Y habría tenido todo el sentido del mundo. Pero, lamentablemente, no fue así. Sus conciertos en Royal Arena recibieron críticas espectaculares – así que, supongo, merecía una noche libre para simplemente relajarse.